14 de agosto de 2010

Corazón 1 - Mente 0


A las 18:02 salí corriendo del trabajo como alma que lleva el diablo, aunque sabía que la mía no la tenía Lucifer, si no él... Llegué a casa con el corazón golpeando mi garganta, la frente empapada de sudor, y el pulso suficiente para alertar a un cardiólogo. No podía retrasarme más pues calculé que ya habrían llegado al punto de encuentro: la Plaza de la Merced. Me metí bajo la ducha y abrí el grifo del agua fría... Buscaba relajarme, pero no lo conseguía y me extrañé. Ya le había conocido la semana anterior. De echo solo habían pasado seis días, para ser exactos, por lo que los nervios de la primera cita ya se deberían haber superdado. No sé si era porque iba a verle o por el echo de que iba a conocer a su mejor amigo. De todos modos, estaba nervioso por verle, pero por otro lado lo deseaba como nada. Había estado esperando toda la semana para volver a abrazarle, sentirle cerca, darle mi cariño y con un poco de suerte, volver a besarle. Elegí un atuendo sencillo, que corregí un par de veces antes de enfundarme otro completamente diferente.
Salí de casa de nuevo corriendo y a medida que me aproximaba a la plaza mi corazón latía con más fuerza. No estaba allí, pero no tardó en llegar... Manoletinas grises, pantalón vaquero largo (el cual le hacía un trasero deseable, debo reconocer) y una camiseta azul con letras y números blancos (le quedaba genial). Se acercó a mí y me besó instantaneamente antes incluso de saludar. Detrás, su mejor amigo y otro chico al que acaban de conocer en persona esperaban para ser presentados.
Empezamos a caminar con conversaciones triviales, pero fluidas. No tardó en llegar el típico momento en el que el grupo se separa y acabamos él y yo camimando al frente y los otros dos detrás. Era normal. Su mejor amigo había ido allí a conocer al otro chico y él había ido para estar conmigo.
Fuimos a un bar y los momentos de cariño llegaron en breves instantes. Me besó profundamente y le respondí de la misma manera. Le había echado tanto de menos durante esa larga semana... Tomamos unas cervezas los cuatro juntos y debo admitir que aunque nuestra cita no estaba fluyendo de la manera que la habíamos planeado (irnos los dos solos a nuestra bola) estuve muy a gusto. Más de lo que lo había estado en meses. Charlamos, brindamos, bebimos, y reimos a carcajadas todo eso intercalado con muestras de cariño por ambas partes. La intensidad (y la temperatura) de la situación comenzó a aumentar por intantes y no tardo en convertirse objeto de mi deseo durante aquellos instantes. Como decía yo: "mi hipotálamo no había parado de segregar hormonas".
La tarde continuaba y deseaba el momento de quedarnos a solas, de hablar de la semana, de seguir conociendo aspectos de su pasado y de sus planes de futuro y compartir los míos con él. Pero ese momento se hizo de rogar.
Finalmente abandonamos el bar y fuimos a cenar a un Burguer King. Aquí hay poco que contar. Él y su mejor amigo se cernieron en conversaciones que solo ellos entendían, pero que al parecer eran demasiado verdes para compartir con el resto de la mesa. El amigo de sus mejor amigo y yo nos mirábamos y sonreíamos ante la escena y preferimos no preguntar. La velada transcurrió con normalidad.
Salimos y nos dirigimos a la playa. Una ola sorpresa consiguió mojarle los pantalones y conseguí que caminara conmigo junto al mar, mojándonos juntos los pies, charlando, con sus amigos siguiendonos a pocos metros de distancia. Le vi triste, distante y empecé a preguntarme si yo tenía la culpa. Le pregunté si no estaba siendo la noche que él esperaba, porque no estabamos solos, y negó afirmando que estaba muy a gusto, al igual que yo. Vale, no estábamos completamente solos, pero los otros dos no nos molestaban en absoluto.
Seguimos caminando hasta encontrar un hueco en un camino de piedras enormes donde nos asentamos preparados para ver el espectáculo de fuegos artificiales que tendría lugar a las 00:00. Ahí intercambiamos más besos, cada vez más intensos, su lengua jugaba con la mía, mis manos se perdían por su espalda y su cuerpo, allí sentado en el suelo, abrazados, intercambiando calor y cariño. Deseé por un instante estar solo, en cualquier otro lugar y entregarme a él y que él hiciera lo mismo conmigo. "Todo llega...", recordé.
Comenzó la función. Una explosión de colores en el cielo reflejando su intensidad en las olas del mar con la brisa marina despeinando nuestras cabezas. Recordé de nuevo el mismo pensamiento que el sábado anterior: no me imaginaba otro lugar ni otra persona con la que pudiera sentirme mejor que allí y con él. Acabaron los fuegos y era hora de partir, él debía volver a casa y mi padre le haría el favor de llevarle. Charlamos vagamente mientras íbamos a mi casa, ya íbamos sólos, pues nos habíamos despedido de sus amigos minutos antes. Apenas hablamos, simplemente me bastaba con su presencia.
En el coche, con mis padres delante, intercambiamos algunos besos arriesgados y algunos susurros tiernos. Todo había sido perfecto, y por lo que él había dicho, estaba de acuerdo. Bajé del coche con él, le acompañé hasta la puerta de su casa y nos despedimos con otro beso intenso, llego de ternura y un poco de amor, me atrevería a añadir. Finalmente le vi entrar en casa y yo volví al coche para irme a la mía. El viernes que viene nos volveremos a ver y ya sé como voy a pasar toda la semana: pensando en él.
La noche estuvo dividida por las dos partes de la moneda.
La Cruz: Apenas tuvimos momentos para poder charlar de nuestras cosas, pero al fin y al cabo no me importó mucho, pues fue una noche mágica. También sentí algo raro cuando pensé que únicamente me decía que le encanto cuando nos besábamos. Le dije que no quería que nuestra relación se basara únicamente en eso, en los arrumacos y le aseguré que iba en serio con él. Aseguró lo mismo y así quedó la cosa, pero fue una rayada momentánea. Sé que me odia, y me encanta poder decir que es RECÍPROCO.
La Cara: Pasé una noche estupenda con él. Una de las mejores noches de mi vida acompañada por algo tan bonito como unos fuegos artificiales y la compañía de la persona que me está llenando plenamente.


Estoy deseando volver a verle, porque no se él, pero yo estoy sintiendo cosas muy especiales, cosas que no había sentido nunca antes... Hay un sentimiento llamando a mi puerta, y creo que voy a dejarme llevar y le voy a dar permiso para que entre... Supongo que por ahora, gana el corazón...

PD: Te Odio...

3 comentarios:

  1. Mas te vale que gane el corazón eh?
    Tu lo sabes. La noche entre los dos fue mágica, fue perfecta. No cambio nada de ella, ni un instante...

    Me alegra mucho verte por estos lares, sé que tu vas a dar mucho juego con tus actualizaciones ^^

    Y yo también te odio nene... :)

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  2. Eso eh, mas te vale que gane el corazon porque la mente todos sabemos como funciona.

    SUERTE!! :D

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  3. Te envidio por tu simpleza, y por tu sinceridad siempre transparente, a la pregunta de Nata, eres inevitablemente envidiado, pero invadida esa envidia por ser deseado...
    Ahí queda mi opinión.

    Eva.

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