29 de mayo de 2011

"Once upon a time"...

"You know the words 'once upon a time'. Make you listen... There's a reason...".

Quizás esta sea la expresión en inglés que más veces se me ha pasado por la cabeza cuando he pensado en una amiga mía...
Llevo sin escribir mucho tiempo porque he estado muy liado con los exámenes y los estudios... Hoy, día de vuelta a la administración del blog, lejos de contaros cómo transcurre mi vida hoy por hoy, me gustaría marcarme un homenaje a cierta persona que es muy importante para mí, siguiendo la racha de las dos últimas actualizaciones de Ana y Marcos. Hoy, la persona de la quiero hablar es Sara. Es muy difícil resumir en unas cuantas líneas todo lo que esta persona significa para mí, por lo que me ayudaré de 2 cosas: mi diario personal (cuyas citas vendrán entrecomilladas y en color "carne", que diría mi sobrino), y de un diario online que compartíamos los 2 hará cosa de un año (cuyas citas vendrán entrecomilladas también, pero en color azul). Bueno... allá voy.

Llevo mucho tiempo queriendo hacer esto. Dedicarle una entrada única y exclusiva a una persona tan importante para mí. Bien... ¿Por dónde empezar? Todos pensaréis "pues por el principio", pero resulta que no existe un verdadero principio de esta historia, pues no sé muy bien cuándo fue que nuestra amistad comenzó a formarse y definirse hasta llegar a lo que es hoy. Creo que sería conveniente comenzar por el momento en el que abandoné Madrid y me trasladé a Cádiz, concretamente a una pedanía de Jerez de la Frontera el día 16 de Septiembre del 2007. Una semana después comenzaba el instituto, 1º de Bachiller, y todo era nuevo, raro. Para mí, espeluznante. Me posicioné en una mesa de la segunda fila, junto a la pared que tenía ventanas y esperé mientras la clase se llenaba de gente de mi edad más o menos. Era un cambio radical, no me gustaba y mi corazón chocaba contra mi garganta, despavorido, ansioso de salir de mi cuerpo y regresar a Madrid aunque fuera a pie. Cabe decir que antes de empezar el instituto, en mi vida personal, me estaba quedando pillado del mejor amigo de mi primo, el cual, era "hetero". Así es como relato las circunstancias en mi diario en un resumen general el 31 de Diciembre del 2007:

"[...] A la par, mientras ocurrían estas cosas de que me iba enamorando de Carlos, yo ya había comenzado el instituto. Nada era como en Madrid: los maestros eran extraños, las clases demasiado desordenadas y mis compañeros parecían bastante más mayores que yo... Aquí los niños se duchaban en los vestuarios y era una alegría para la vista!! El caso es que había algunos compañeros interesantes: el primero con el que trabé amistad fue con Abrahám. Un chaval supersimpático que nunca me dio la espalda y que se apoyaba y confiaba en mucho en mí, pero a pesar de hace amistad con él, no era la clase de amigos que yo buscaba.
Fuera de esas cuatro paredes que yo me veía obligado a llamar "clase" con toda esa gente extraña con aquel ceceo insoportable, tenía a Rubén y a Carlos, pero no era suficiente, ya que no les veía a diario y pasaba la mayor parte del día en "clase". Más tarde, Noe y Raquel se convirtieron en mis confidentes, Ezequiel, el chico con el que tenía que tener cuidado, y Sara y Juanmi con los que fumaba a escondidas detrás del instituto. [...] ((Empiezan los rumores de que soy gay)) [...] Sara y yo empezamos a confiar uno en otro y vi que era ella en quien tenía que haber confiado desde el principio, pero sus amigas me producían desconfianza y no me atreví a abrirme con ella.
Pasó entonces que me enteré de que Carlos era gay y de que estaba enamorado de mi primo y me sentí solo. Se lo conté a mis amigas de Madrid, Kris, Nata, Ana, Yani..., pero no era suficiente, por lo que se lo conté a Sara también, pero cambiando en toda la historia el nombre de Carlos por el de Cristina. [...] El tiempo fue pasando y llegamos a final de trimestre. Había una comida programada para toda la clase, por Navidad, y no me negué a ir, pero hubo una serie de percances. Había gente que no podía o no quería ir, así que los planes se jodieron y Sara y yo decidimos ir solos si fuera necesario. Para entonces Sara ya sabía toda la verdad. Se lo dije un día en Educación Física:
<< - Tengo que decirte algo.
- ¿Qué? ¿Vas a salir del armario para mí y decirme que eres gay? -preguntó aunque yo le había negado los rumores...>>
Me lo puso a huevo y me limité a contestar que sí. Acto seguido Sara se pudo a gritar de la emoción y a saltar y a correr. Dijo que le hacía mucha ilusión tener un amigo gay, jaja. Me encantó verla así. Era la primera vez que alguien se ponía así ante la noticia y entendí que era ella en quien debía confiar aunque no dejé de lado a ninguno de los otros tres que sabían mi secreto "a medias": ellos pensaban que era bi y Sara sabía que realmente era gay".

Quizás este sea el comienzo más adecuado para hablar de ella, de la persona que tiene en su poder gran parte de mi corazón. Es inevitable que me ponga cursi, así que si hay alguien que tenga algo que objetar que ponga un comentario o que cierre sesión para siempre.
Yo sigo con lo mío...
Poco a poco fuimos conociéndonos. Antes incluso de aquella nefasta comida de Navidad (todo acabó con sueños rotos con el Carlos y con el Lolo, poco después) Sara y yo habíamos compartido ya parte de nuestros secretos más íntimos. Me gustaría recordar todos y cada uno de los episodios que hemos vivido juntos, pero es imposible. Aún así, recuerdo una tarde en la que ambos quedamos después de las clases y fuimos a tomar un batido a un bar del pueblo, el Delfos. Allí nos revelamos algunos asuntos sucios, todos relacionados con temas sexuales claro. Ella me habló de su primera experiencia "casi" sexual en un coche y la consecuente "plantada de pino" de su amiga borracha; yo, por mi parte, le hablé de Roberto y mi aventura homosexual por Salamanca. Era imposible que no surgiera un lazo especial entre nosotros cuando estábamos allí, frente a frente, con un batido o un café de por medio y partiéndonos el culo con gotas del líquido en cuestión saliéndonos por la nariz mientras llorábamos de risa. Era casi tan inevitable como el hecho de que me ponga cursi hablando de ella. Así relato en nuestro diario online el 14 de Febrero del 2010 el recuerdo de una tarde con ella.

"Dos recientes amigos en la terraza de un bar. Ella, coca-cola en mano; él, café con leche -a pesar de no gustarle mucho el café-, dos azucarillos, una sacarina, y un poco de agua para templarlo, un agua-chirri, en definitiva.
-- ¿Y bien? ¿Vas a contármelo o no? Que ya estás empezando a asustarme de veras.
-- No me creerás, pero tengo la necesidad de contartelo...
-- Pues ya estás tardando.
El joven -y atractivo, ¿por qué no?- muchacho permaneció en silencio durante largo rato escuchando atenta y minuciosamente cada palabra que salía entre los labios de su reciente y único apoyo. Lo que escuchó, nunca hubiera pensado en escucharlo jamás. Por espacio de cuarenta minutos y largos sorbos y caladas a unos cigarrillos sin fin, ella le relató todo lo habido y por haber. [...] La historia acabó y ella tenía que irse a su casa: su padre llegaría en breves instantes. Apenas hablaron de eso, pues él se mostró cohibido y a la vez temeroso. No sabía el motivo de sus miedos, pero eran muchos años ya enfrentandose a la negación... [...]. Ella partió y él se sumió en sus pensamientos, aunque lo primero que pensó era en el estado de la salud mental de aquella chica que se había convertido desde aquel momento que le abrió su corazón confiandole el más íntimo de sus secretos, en su mejor amiga.
Poco a poco, el joven se fue acostumbrando a oir hablar de ese tema, vió fotos, escuchó historias, [...] y poco después se convenció de que aquello era real, [...], y aunque nunca lo compartió, siempre lo entendió y respetó".


Quizás con esas confesiones mucho más profundas y muy lejos ya de los primeros secretillos sexuales, fue cuando se consolidó definitivamente esa amistad. Recuerdo que con el tema del Lolo tuvimos un poco de distanciamiento porque a ella también le molaba, y alguna que otra discusión breve y sencilla sin mayores consecuencias. No obstante, el lazo que nos había unido era mucho mayor que eso...
Llegó pues, una de las mejores cosas que me han pasado en la vida: la "ruta científica" con el instituto, desde el 09-03-2008 hasta el 15-03-2008. 6 días geniales llenos de momentos inolvidables como los que se ven en la foto. Siempre recordaré este viaje por las risas que me pegué junto a la única persona que compartió conmigo hasta el último segundo del viaje. Las "hierbas" en el monte que fuimos a buscar, según Ana, la profesora... El río Amazonas que creó Sara detrás de un coche... La "antorcha"... La pichita fría incapaz de hacer pis... La nueva generación porro combinado con pipas: "Sabe-a-pollo"... Los chistes sin sentido... La aparición de Román en la cama litera y su consecuente caída por detrás de la cama... "Contratar" a Juanjo para que nos fabricara el tema... ¿A que no hay huevos de bajar la cuesta con el pantalón por las rodillas haciendo el pingüino?... "El pueblo duerme" en el salón y los guiños varios... Y por supuesto, todo lo que fuimos descubriendo el uno del otro, que no fue poco.
Así, tan deprisa, en apenas 7 meses, Sara se había convertido en mi mayor y único apoyo. Era a quien le contaba todo, con quien me deshagoba, con quien salía, iba a su casa, ella venía a la mía, salíamos, nos reíamos, llorábamos, incluso llorábamos de risa. Nos contábamos absolutamente todo lo habido y por haber.
Tuve que dejar el instituto por motivos varios y empecé a trabajar. Ahí se creó el mayor miedo de mi vida: perder a la persona que más quería. Lejos de eso, aunque nos veíamos menos, siempre que podíamos salíamos, íbamos a comprar, a dar una vuelta o íbamos al cine. ¿Recuerdas la película esa de pringados? ¿Quienes eran los pringados? ¿Ellos o nosotros? La duda sigue en el aire...
Nuestra amistad no se vino abajo en ningún momento. Si hay algo que recuerdo con mucha intensidad y hecho infinitamente de menos es los paseos que nos dábamos. Siempre íbamos al mismo sitio. Me recogía con la moto y tras varias bromas "a bordo" como lo de "Edu, no me hagas cosquillas que pierdo fuerza", o lo de "Sí, y de aquí a paloma", aparcábamos en un parque y andábamos sin rumbo por un camino de tierra que se adentraba en el campo, entre casas abandonadas y granjas mientras bailaba el clásico "Hola nené, soy tu gitanaaa" y ella se moría de la risa. Lo echo taaaanto de menos... Esos momentos, ella y yo solos, abriendo nuestros corazones, aunque en realidad, siempre he sentido que eran uno sólo.
Para que os deis cuenta de cuánta conexión había entre nosotros basta con decir que ella siempre sabía cuándo y cómo tenía que actuar conmigo. Sabía a la perfección cuándo necesitaba que me dieran un abrazo, cuándo un beso, cuándo una caricia en las manos, cuándo que me contaran un chiste, cuándo que me dejaran solo... Hacía el tonto solo para verme sonreir cuando me veía triste y decía cosas sin sentido para que me metiera con ella, siempre de broma, claro. Eso también lo echo mucho de menos... Su carácter impulsivo, fuerte, espontáneo y verdadero. No tenía vergüenza de mostrarse tal cual es. No le da importancia a cosas superficiales. Pasa del consumismo, con lo mínimo ella es feliz. Es una persona realmente auténtica.
En realidad, pocas cosas puedo poner más referentes a mi diario o al diario online que escribíamos. En ambos caso, son secretos de ambos que me llevaré a la tumba y ella lo sabe. Pero, sin embargo, son muchas las cosas que puedo contar que tengo en el recuerdo.
Recuerdo una vez en la que analizamos un vulto que tenía en la pierna y me puse dramático pensando en cosas exageradas y ella me calmó. Sentía mucho miedo, pero ella supo consolarme y tranquilizarme como no habría podido hacerlo ninguna otra persona.
Recuerdo que el día que marché de allí, de su lado, y me vine a Málaga, no derramó ni una sola lágrima mientras yo me deshacía en el llanto. Pensé que le importaba poco, que en el fondo no le dolía tanto que me fuera. Muchas son las veces que me he arrepentido de pensar así y me he dado cuenta de que en realidad se estaba mordiendo las lágrimas para no hacer más difícil la situación.
Recuerdo que muchas veces, sin ningún motivo festivo, me enviaba mensajes en los que decía lo mucho que me quiere y lo mucho que me echa de menos.
Hay un mensaje en especial, que lo leo muchas veces antes de irme a dormir y estoy pensando en ella. Me lo envió poco después de confirmarme que al final no iba a poder venir a verme el año pasado.

"Siento muchísimo no poder ir a verte... Entiendo cómo te sientes... La soledad es la eterna compañera del hombre, pero tú eres fuerte y no quiero que te haga caer en los pozos oscuros que aparecen a su lado... Nuestra amistad no se va a romper porque no nos podamos ver de momento... Siempre estoy ahí de cierta manera, lo sabes... Te quiero!"

O este otro:

"No sabes cuánto te necesito... Nada tiene sentido... Bueno, igual es que estoy borracha y veo que lo que de verdad importa es el cariño de aquellos seres que siempre han estado ahí. Te quiero Edu... Muaa".

También está este otro:

"Amor! Edu... Espero de verdad que nuestra amistad no se distancie... Me resulta muy difícil mantenerme fuerte sin ti... Te quiero mucho... No te olvides de mí..."

Pero lo que ha provocado que haya sido precisamente hoy cuando publicara esta entrada ha sido el mensaje que he recibido esta mañana:

"[...] Sólo quería decirte que por favor no me olvides nunca... No sabes hasta que punto te necesito muchas veces y no te digo nada para no molestarte... Gracias por ser mi amigo... Te quiero mucho".

Así de simple. Lo único que se me ocurre para contestarte es que no podría olvidarte ni aunque quisiera...
Eres la persona de la que más he aprendido y de la que más me queda por aprender. Tu estima, tu coordialidad, tu espontaneidad, tus gracias, tus palabras, tus abrazos e incluso tus collejas son lo mejor que me ha pasado en la vida.
Nunca podré olvidar los momentos que hemos vivido juntos, ninguno de ellos. Todos los que he contado arriba más otros muchos como los de la feria de Jerez con el hielo en la boca y los mordiscos en el culo y las tetas, la última excursión a la playa donde vimos a aquel tío que "agachaba el sobaco", donde aprendimos la diferencia entre "echar leche por las tetas" y lactancia, y donde demostramos que tenemos casi los mismos gustos para los tíos que hasta una chica se dio cuenta de que le miramos el culo al mismo. O cuando fui a Madrid y nos perdimos por el Retiro como hacíamos antaño o cenamos en el suelo de tu casa y jugamos a botella... Y, por supuesto, el famoso "¡Apaga la vela!". Tampoco podré olvidar la sonrisa tan presiosa que tienes, tus amables, tranquilizadoras y estudiadas palabras al otro lado del auricular en tantas y numerosas ocasiones y un largo etc. que no puedo poner aquí por cuestiones de tiempo, espacio y limitaciones de nuestro vocabulario, es decir, me faltan palabras para decirlas todas.

Para concluir me gustaría decir que eres parte mi propio ser. Que me hago dueño de la frase de Leonardo DiCaprio en Titanic y te digo gritando a los cuatro vientos que "si tu caes, yo caigo". Tenemos una conexión especial y lo sabes. Cuando estás mal, aunque estés a 600 km. siento en lo más profundo de mi ser que estás mal, que algo te pasa. Y me pasa lo mismo cuando estás bien. Antes lo he dicho, pero ahora lo reitero: mi corazón está partido en dos mitades: una de ellas eres tú y la otra sigue vacía... Nadie podrá igualarte ni superarte nunca... Eres como la hermana pequeña que nunca tuve (aunque seas poco más de un mes mayor que yo), y sabes que todo lo que nos estamos perdiendo ahora lo recuperaremos en un futuro.

¿Recuerdas la última vez que nos vimos? Fuimos a la playa de noche y tras hacer varias gilipolleces nos tumbamos en la arena y miramos las estrellas. Pues resulta que en aquel momento formulé un deseo que nunca te he confesado y que era el siguiente:
"Le pido a Dios o a cualquier otra divinidad que me esté escuchando que no permita jamás que esta amistad muera y que por muchas vueltas que nos de la vida, siempre sigamos queriéndonos tanto".
Creo que mis súplicas fueron oídas, porque por mucho tiempo que pase y por muy poco que hablemos, te quiero infinito.
Parecemos un matrimonio, pero lo nuestro es incluso superior a eso. Ya quisieran muchas parejas llevarse igual de bien que nos llevamos nosotros.
Señores... Si esto no es amistad, que baje Dios y lo vea.
Creo que ya es hora de terminar aunque seguro que podría seguir aquí durante horas diciendo cosas bonitas sobre ti, pero voy a concluir ya... Y me gustaría hacerlo diciéndote una cosa que ya te la dije en una ocasión y ahora te la repito para quitarte esa idea de que me voy a olvidar de ti de la cabeza: "Dentro del término amistad, dentro de todo lo que se puede llegar a querer a un amigo, yo a ti TE AMO!!!".

No lo olvides nunca...