13 de julio de 2012

Sentimientos colindantes...

"- Heey! -Así comenzó una de las conversaciones más duras y difíciles que he tenido en mi vida, con un despreocupado y simpático "heey!", con doble vocal, tan típico en él. Añoraba en cierto modo sus manías al escribir. Hacía tanto tiempo que no tenía una conversación con él... Miré ligeramente el historial que se abría camino hacia arriba y comprobé entre nostálgico y risueño que lo último que le había dicho databa del 1 de Julio y había sido un simple "Gooooool!!!", cuando España se puso en cabeza en la final de la Eurocopa. Desde entonces no había intercambiado apenas un pensamiento con él.
Dudé entre responder al instante o dejarlo pasar como había hecho otras tantas veces. Supuse que tendría que haberle salido el letrero de que me encontraba "En línea" y decidí no hacerme esperar. Quizás fue la verdad la que quiso abrirse camino a través de mí. Miré a mi alrededor en busca de Campanilla, pero recordé que hacía dos días que había salido y crucé una mirada fugaz con su sustituto. Pepito Grillo, entrecejo fruncido, me observaba sin parar de susurrar oraciones ininteligibles entre las que descifraba palabras como "él" o "verdad" y alcazaba a oir el nombre de "Antonio".
Opté por no hacerle esperar y, siempre con la mirada escrutadora de mi conciencia clavada en mis pupilas, comencé a escribir:
- ¡Hola! ¿Cómo estás, tío? -intenté sonar normal, despreocupado, aunque a través de medios digitales dicha tarea es infinitamente más sencilla.
- Estoy bien, ¿y tú?
- También bien... ¿Has terminado ya el curso?
- Sí, ¡ya estoy de vacaciones!
- Pues me alegro, tío. Entonces ahora a descansar y disfrutar del verano, ¿no?
- Pues sí.
Incómodo silencio en el que aproveché para mirar por la ventana y dejar escapar un par de suspiros cansados a la estancia. "Escribiendo...", leí en la barrita de notificaciones. Esperé.
- ¡Por cierto! Me gusta esa foto que tienes puesta. ¿Me la mandas?
- ¿En serio? ¡Oh, claro! Pensé que no te gustaba que me dejara perilla, ¡pero aquí te la mando!
- No me importa... Con perilla o sin ella me gustas igual.
Mientras le enviaba la foto volví a mirar por la ventana. Me puse en pie en parte para controlar el ligero temblor que acudió al instante a mis tobillos. Pepito Grillo me siguió con la mirada mientras paseaba de un lado para otro como un león enjaulado. Me enjaulé aún más preguntando:
- ¿De verdad?
- De verdad -un silencio-. ¡Oh Dios mío! ¡Sales muy muy guapo!
- ¡Gracias! ¿Crees que me queda bien el sombrero?
- ¡Claro! Y la camiseta tampoco está nada mal.
Tras un par de frases intercambiando impresiones sobre la ropa y diversas tiendas y marcas se produjo otro silencio que rompí:
- Y bueno, cuéntame. ¿Qué tal las notas?
- La verdad es que muy bien. Al fin y al cabo puedo estar contento tras un largo curso.
- ¡Eso está bien! Me siento orgulloso de ti -sonreí porque imaginé su cara al leer esas palabras.
- ¡Gracias!
- No hay de qué, hombre -y decidí abordar el tema de lleno, cogiendo al toro por los cuernos-. Además, mi futuro marido tiene que ser así de inteligente.
- Bueno, estoy seguro de que lo será -prudente, muy prudente. Típico, pensé.
- En realidad... Ya lo es... -Esperé impaciente como quién espera un familiar tras la puerta de un quirófano.
- ¿Qué?
- Nada, olvídalo -no me veía con fuerzas ni ganas de volver a repetírselo.
- No, no. Explícame eso, tío.
- ¿Te  has echado novia o algo desde la última vez que hablamos? -Inquirí.
- No... Pero no me cambies de tema y explícame eso de antes.
- Bueno... Es que yo sí. A eso me refería antes...
- ¡Oh! ¿En serio? Vaya... ¡Me alegro! ¡Y aún no me lo habías contado!
- En el fondo me daba un poco de miedo decírtelo. No sé porqué... Es todo muy complicado... Aún tengo sentimientos por ti -dije siendo sincero conmigo mismo por primera vez en mucho tiempo-, pero no puedo esperar por ti toda la vida -sentencié.
- Lo sé, pero no digas eso, Edu... Eso me rompe el corazón.
- Lo digo porque es la verdad.
- Bueno... Ahora estoy confundido... -Afirmó a los 3 minutos.
- Yo también... Pero este chico ha aparecido en mi vida, es dulce conmigo, es bueno, generoso, inteligente... No puedo dejarle escapar para esperar a alguien que ni siquiera sé si vendrá...
- Sí, lo entiendo perfectamente. Ya habíamos hablado de esto antes, pero... -Silencio.
- Es raro incluso para mí, pero creo que tengo que darle una oportunidad. Te lo he dicho un millón de veces, si estuvieras aquí sería diferente.
- Claro que tienes que darle una oportunidad. Y sí, lo sé... Si estuviera allí sería diferente... -Volvió a guardar silencio-. ¿Quieres saber algo gracioso?
Sabía que lo que iba a decirme no tendría nada de gracioso. Le conocía demasiado bien y deseé con todas mis fuerzas haber podido verle la cara mientras le decía todo aquello. Mirarle a los ojos, cogerle la mano y descifrar a través de sus pupilas todo lo que su alma gritaba en aquel momento y que su boca contenía por orgullo. Aún así, dije:
- Dime.
- Hacía muchísimo tiempo que no lloraba y ahora no soy capaz de parar.
- ¿Estás llorando? -Pregunta retórica producida por la conmoción. No me lo creía.
- Sí, no sé por qué, no es algo que pueda explicar. Simplemente las lágrimas han aparecido en mis ojos. Eso es todo.
- Por eso no quería contarte nada...
- Edu... Simplemente quiero que seas feliz.
No sabría decir con exactitud si el crujido que oí y sentí provenía de mi corazón o de mi alma.
- ¿Sabes? Existen momentos en los que a uno le importa más la felicidad de los demás que la propia... Y ahora me encuentro en uno de esos momentos.
- -dijo y pude verle sonreir con tristeza incluso en la distancia-, yo también... Tengo que irme... ¡He quedado con un amigo en 15 minutos y tengo una pinta horrible! Iré a dar una vuelta antes de quedar con él. Te escribiré esta noche, ¿vale?
- Oye -susurré a la par que escribía consciente de que ese "esta noche" significaba "días" o incluso "semanas"-: creo que aún puedo decir que te quiero...
Aunque el sentido haya variado ligeramente, pensé, pero preferí ahorrarle esa anotación que por descontado él ya intuía.
- Claro que puedes decirlo. Aunque a mí ahora me resulte más complicado decir que "yo también".
- ¿Has dejado de quererme? ¿Así, sin más? -Pregunté ligeramente ofendido y mordiéndome la lengua al instante. Pepito Grillo sonreía pícaro desde una esquina.
- He dicho que es más difícil decírtelo, no que haya dejado de sentirlo.
Silencio eterno...
- Te quiero -dijo al fin-, y me alegro muchísimo de que seas feliz. De verdad.
- Tío... -Comencé a decir, pero observé que ya había abandonado la conversación.
Me lo imaginé en su casa, corriendo escaleras abajo con los ojos llenos de lágrimas, saliendo a la luz de la media tarde y perdiéndose por alguna de las calles que tantas veces había soñado con pisar a su lado. Pensé en Antonio, en lo mucho que le quería y automáticamente pensé que había hecho lo correcto. Nunca me habría tomado mi relación con Antonio en serio si no hubiera sido sincero con todo el mundo, incluso con él. Volví a imaginarlo alejándose de su casa, rehuyendo la mirada de vecinos y demás transeuntes, encorvado, mirando hacia el suelo, dejando caer en cada parpadeo una nueva lágrima que se adhería impasible en los adoquines de las aceras por las que deambulaba. Pensé qué podría estar pensando allí, en su ciudad y, por primera vez desde que le había conocido, me sentí como si caminase junto a él, justo donde él se econtraba, a 2.321 km. de donde me encontraba yo.
Miré a Pepito Grillo que había ascendido a la mesa del comedor en lo que supuse una gran hazaña. Me sonrió abiertamente y susurró: "Antonio...". Aparté de nuevo la mirada hacia la ventana y asentí mientras mi conciencia se alejaba y un ligero resplandor que contrastaba con la sombra de los bloques colindantes se acercaba hacia mí. Campanilla había regresado".

25 de junio de 2012

...y ¡acción!

Desperté con un ligero e irritante picor en la espalda. No supe bien por qué notaba un pinchazo constante en cada centímetro de mis lumbares y mis espinillas... Tanteé la penumbra en busca de mi mesita de noche pero sólo alcancé a rozar una pared lisa con la punta de los dedos. Definitivamente no me encontraba en mi casa. Entorné los ojos en busca de alguna sombra que me revelara dónde estaba cuando de repente oí una lenta y armónica respiración a mi derecha. Estiré el brazo con miedo de despertarlo y le rocé la espalda suavemente, notando en mis yemas como la pelusa de la piel un melocotón. Me incliné y le besé tímidamente la nuca mientras mis ojos comenzaban a materializar la estancia que había sido testigo de cómo un nuevo amor se había consumado horas antes. Casi pude percibir los engranajes de mi cerebro trabajando a toda velocidad, reconstruyendo escenas, besos, miradas y palabras que Morfeo había osado arrebatarme por un instante. El dolor que sentía en la espalda era producido por la quemadura que el sol me había producido en un día de playa reciente. Todo comenzaba a ponerse en su lugar...
Todo había ocurrido el día anterior. Había salido de mi casa por la tarde, a eso de las 19:00, había conducido hasta dónde tendría lugar el encuentro y apenas minutos después de intercambiar saludos y "por fines", intercambiamos nuestro primer beso. El primero de tantos que se sucedieron esa noche. Disfrutamos de una velada estupenda, de una cena magnífica y de una compañía brillante (el uno del otro). Cuando quisimos darnos cuentas yacíamos uno junto al otro, con lacabeza inclinada incapaces de separar nuestros labios por miedo a que el otro escapara. Me sentí como en casa, como en familia, como si le conociera de toda la vida, como si siempre hubiera estado con él y no hubiera habido más hombres en mi vida. Como si le amara...
En la penumbra del cuarto con su respiración por banda sonora comencé a preguntarme una vez más lo que tantas veces me había preguntado la noche anterior. No sabía lo que sentía, pero estaba claro que un punto de cordura había perdido al tirarme de cabeza a una aventura con alguien a quien apenas conocía. Y había hecho bien. Me había demostrado a mí mismo que cuando el corazón alza la voz por encima de la mente, no hay nada de malo en hacerle caso.
A lo largo de la mañana y los pocos días siguientes hasta llegar a hoy ambos hemos hablado sobre lo que estoy significa y lo que estamos haciendo.
- Que estemos corriendo no significa que tenga que salir mal, ¿no?
Pues la verdad es que no. Me encanta esta nueva forma de pensar que ha adquirido mi mente con esta nueva experiencia. Tenemos un montón de planes, de ideas, muchas ganas de hacer cosas... Y todo esto juntos. Nos queremos y nos lo demostramos. Apenas hace una semana que nos conocemos, pero es como si nos conociéramos de toda la vida. A veces un "te quiero" no tiene por qué hacerse esperar, ¿no? No sé qué es lo que está pasando en mi cabeza, no sé qué es lo que Antonio ha hecho para que esté así de embobado con él, para que sea lo primero que aparece en mi cabeza cuando amanezco, para que sienta que quiero estar con él siempre... Llámalo "novedad", llámalo "enchochamiento", llámalo "confusión", pero mientras vosotros buscais la palabra correcta yo, mientras tanto, lo llamaré "amor".
Cuan hombre de hojalata clamando un corazón, mis súplicas han sido oídas y me han dado un poco de aquello que todos los de mi entorno sienten y que a mí ya se me había olvidado. Ya sólo puedo continuar el camino de baldosas amarillas de regreso a casa y si es contigo de la mano, mucho mejor.
Cabe decir para concluir esta breve entrada de comienzo de temporada (la primera de muchas en las que el nombre de Antonio será protagonista, espero), que cuando los primeros rayos de sol despuntaban en el cuarto a través de las rendijas de la persiana, encontré sus labios aún entregados a las mieles del sueño, los besé y reaccionaron devolviéndome el mejor amanecer que me han dado jamás... Definitivamente, creo que, para bien o para mal, y muy a mi pesar (o al de mi mente), me he enamorado. En tus manos queda (que no quedo), Antonio...

Y una Banda Sonora no oficial para concluir. Es de un grupo que se ha ganado mi respeto en el último año, The Script, y me parecen increíbles.




Corazón 1 - Mente 0

18 de junio de 2012

Transición: fin de la segunda temporada...

Aquí llego, con la primera entrada del 2012 después de cerca de medio año sin escribir. Los marcadores ya oxidados de mi lucha constante están temblando ansiosos ante recientes acontecimientos que no tardarán en llegar. O al menos así lo espero. Pero todo a su tiempo, con calma, despacito y con buena letra, aunque lleve ya mucho tiempo sin escribir tanto en el blog como en mi corazón, creo que aún conservo algunas dotes literarias innatas con las que nací. Así que vamos al lío sin más dilación.
Llego tras más de 5 meses en silencio con un final. Sí. Es un final inevitable, necesario y esperado por mí. Tenía ganas ya de cerrar esta nueva etapa en mi vida, llena de pesimismo y malos momentos y así lo hago, ahora, mientras mi principito duerme y Campanilla revolotea sobre mi cabeza, juguetona. Quería dejar atrás muchas sensaciones y sentimientos que me han aturdido desde que escribí aquel lejano "Recapitulando", pero no tenía ni el valor, ni la fuerza y ni siquiera las ganas de hacerlo. Este año nuevo, lejos de estar marcado por una pasión que se me hacía intensa, los 2.321 km. se desvanecieron como vapor de agua en el vacío. Últimamente he obrado con la cabeza. Demasiado, diría yo. En apenas 5 meses ya he tenido tiempo de dejar el trabajo para aplicarme de lleno en mis estudios para fracasar (me ha quedado una para Septiembre por lo que mis expectativas de comenzar la carrera este año se ven demasiado condicionadas), así como de romper algún corazón que otro recientemente. Y ha sido precisamente porque mi mente me ha indicado que así lo hiciera. Mi último fracaso "amoroso" (si así puede llamarse) con Edu ha sido determinante para que deje de comerme tanto la cabeza por los días venideros en que no sé qué pasará y me ha obligado a mí mismo a no ser consciente de nada, a, simplemente, disfrutar del presente y dejar atrás el pasado; a, en definitiva, cumplir aquello de "Carpe Diem" con el que siempre nos llenamos la boca pero que pocas veces hemos experimentado realmente. Lejos de terminologías latinas, el verano acecha con su constante amenaza de disparar las hormonas... Quizá la trayectoria de la selección española de fútbol también tenga algo que ver con ello, aunque aún no hay nada ganado (esta tarde jugamos contra Croacia). Pero, en realidad, creo que estas ganas de poner un nuevo punto y final, de pasar a una nueva hoja o, puede que incluso, a un nuevo libro, hayan crecido por la aparición en escena de diversas personas.
En primer lugar me gustaría hablar de Sebas. Veamos... Sebas es un chico de 18 años, super buen niño, un cacho de pan, solidario, carismático y realmente maduro para la edad que tiene. Puede que algunas veces, pocas, pero algunas, sea un poco pesado, pero realmente es así porque se nota que está falto de cariño. Me encanta salir con él, reírnos, vacilarle y volver a reirnos... Comentar asuntos de política, religión, películas, series... En fin, de todo un poco. Pero lo que más me ha llamado la atención (sentimientos secundarios aparte), es la capacidad tan increíble y tan valorada por mí persona que tiene para escuchar a la gente. Es una de esas pocas personas que conozco que saben cómo prestar atención y cómo hacer que la persona que habla se sienta bien con el simple hecho de dialogar... No sé... Es un encanto de persona y me alegro de poder contar con él en mi corta pero buena lista de amigos. Espero que la amistad que está naciendo ahora no se nos vaya de las manos porque no me gustaría.
Hablando de amigos cabe destacar también que aunque hoy cierre definitiva y rotundamente esta etapa de mi vida, habrá personajes principales como Sara, Nata, Damián y Raúl que seguirán estando presentes, así como mi compañera de trabajo Katy e incluso mi 2.321, pero con connotaciones muy distintas a las tomadas hasta ahora. En cambio, otras personas o recuerdos, también se quedan atrás... Adri y yo, por ejemplo, no hemos sabido combatir el peor enemigo de las relaciones, la distancia, y lejos de echarle la culpa a él o atribuírmela a mí mismo, simplemente diré que me da mucha pena haber "perdido" algo tan valioso como lo que tenía con él... Marcos, por su lado... En fin... Simplemente agradecerle a Silvia el valor tardío que ha mostrado al contarme la verdad... Ahora creo que realmente su recuerdo sí está limpio. Sebas me dijo una vez, hace unos días, que aún estoy enamorado de Marcos... Me sorprendí a mí mismo dudando... Y le repondí un tímido "no lo sé". Pero la verdad es que es difícil estar enamorado de algo que ya no existe, así que supongo que la respuesta es "no". Todo se resume en un cariño intenso y profundo que, de momento, nadie ha podido superar.
Pero a ese cariño le ha surgido, para bien o para mal, un rival y he de reconocer que es un rival muy fuerte. Se llama Antonio y es un artista nato de los pies a la cabeza en muchos aspectos. Es de esas personas increíbles que por circunstancias de la vida y casualidades remotas y diversas del destino se cruzan en tu vida, bien para hacerte felz, bien para reirse de ti y pisotear, escupir y humillar tus sentimientos. La velocidad de vértigo que está tomando este giro inusual e inesperado en mi vida me asusta incluso a mí, pero antes me llenaba la boca hablando del "Carpe Diem" y no va a ser menos ahora. En realidad estoy un poco cansado de que Nata me diga siempre con toda la razón del mundo "que soy una persona metódica, calculadora, que lo estipulo todo con la mente y que no me dejo llevar por el corazón". Quizá el título de este blog se lo debo a ella y espero que comprenda alguna vez que la mayoría de las acciones que tomo con el corazón igualmente están reñidas con la mente. Es difícil actuar con un órgano cuando el mismo se encuentra fragmentado en pedacitos, más que nada porque temes que antes de que vuelva a sanar, te lo vuelvan a destruir. Pero hablaba del "Carpe Diem"... Y hablaba también de Antonio...
La verdad es que no quiero hacer muchas más presentaciones... Creo que al haber metido en escena a Antonio y Sebas, haber comentado brevemente el cambio en mi vida laboral y mi relativo fracaso académico (cada uno que lo juzgue como mejor pueda, aunque para juzgar ya está Dios), y haber hablado por alto del cambio de canones de personas como 2.321 (retiradas a un segundo plano de momento), es suficiente por hoy, para dar concluída esta etapa.
Ya hemos cambiado el escenario y hemos retirado e introducido personajes... Esto apenas es una breve introducción que finaliza ya, más que nada porque he comido hace un rato y el sopor del verano y del estómago lleno hacen que parpadee de modo más largo y frecuente de lo habitual.
Esto es todo por ahora. Con la llegada del verano, el disparo de las emociones y las hormonas, y mi renovada situación llena de tiempo libre tendré más oportunidades para escribir, y así lo haré.
Para concluir, pondré una canción que, lejos de indicar cómo me siento, es una canción preciosa que me enseñó Sebas hace unos día.



Volveré pronto, mientras tanto, esperaré a que mi príncipe despierte...

Fin de la segunda temporada.