6 de septiembre de 2010

Rey ahogado...

Dicen (y yo creo que es cierto) que toda buena segunda parte o temporada debe comenzar con un hecho trágico como la muerte de algun personaje medianamente importante o con una ruptura sentimental, por ejemplo. En mi caso, siendo yo el protagonista, la segunda temporada de mi vida, la cual parece el puto guión de Física o Química, ha empezado con una ruptura, (espero que no se muera nadie o estaré jodido...).
Como escribí en mi anterior entrada cada vez estaba más sorprendido por lo rápido que ocurría todo, por la velocidad que había tomado nuestra relación. No era capaz (y sigo sin serlo) de comprender cómo y por qué había sucedido todo tan deprisa si nosotros mismos habíamos acordado que eso no ocurriría, pero supongo que el corazón gritó más de la cuenta por ambas partes y así es como llegamos a la cita del viernes pasado.
Fui temprano con Natalia para estar con él minutos previos al examen de recuperación que tenía de filosofía y darle apoyo y ánimos, pero no estaba muy por la labor... Había visto su comentario en mi anterior actualización y esperaba que me aclarara aquellos matices. Además sabía que estaría rayado por mi entrada "En jaque...".
Conocí a Isa, Germán y Eli, unos amigos suyos que tampoco dieron mucho juego, pues apenas hablaron y se fueron pronto, pero me sentía incómodo. No estaba como siempre, aunque lo aparentara. Estaba mal, y yo tenía la culpa. Fue dentro del instituto a comprar una fanta y dejó la funda de plástico donde guardaba los apuntes conmigo. Mientras los ojeaba distraido, vi una página escrita a mano y leí la fecha: era de ese mismo día, horas atrás. Comprendí enseguida que era como una página de su diario y leí nervioso.
La curiosidad mató al gato, que gran verdad. Lo que leí no me gustó mucho. Ponía que tenía miedo y que iba a pedirme una aclaración a una de mis frases en mi última entrada: "es tan peligroso el siguiente movimiento que podría ser decisivo... Y lo más curioso es que, a pesar de lo que pueda parecer, siento que el siguiente movimiento me toca a mí...". Quería saber cuál sería ese movimiento, aunque ya sospechaba algo.
El día transcurrió de una manera extraña. Fuimos a recoger a Diego a su pueblo (había perdido el bus, para variar) y después de desayunar, dar una vuelta y comer (momento de nuevos episodios en los que Pablo intentó demostrarme su cariño físico) fuimos a la tetería donde habíamos ido en nuestra primera cita.
Ahí comenzó el principio del fin. A punto de comenzar una partida de dardos le informé de que había leido aquella hoja que había entre sus apuntes y me dijo que teníamos que hablar. Yo dije que sí, que teníamos que hablar, pero que no era el momento adecuado. Se enfadó mucho. Comenzó a hacer las cosas de mala manera, tiraba los dardos sobre la mesa con golpes y los quitaba de la diana con excesiva fuerza y además, ni siquiera me miró a los ojos.
Ya después de la partida, sentados en los cojines, se acercó para hablar. Ya venía relajado y empezó disculpándose por su actitud, pero ya era tarde. Yo ya había tomado una decisión. Hablé con él, le comenté mis inquietudes y le ofrecí mi amistad. Pero nada más... Espero que sea consciente de que mi amistad la tendrá para siempre, que si quiere un amigo, aquí me tendrá, pero que no puedo darle lo que él me pide, que es mi amor. No soy capaz de entregárselo a él, pero ni a él ni a nadie. Ahora mismo necesito tiempo para mí, para mi trabajo y mis estudios. Quiero cumplir mis sueños, y no puedo tener rayadas en la cabeza como las que me estaba produciendo esa relación.
Se acabó. Es un final agridulce, si lo pienso fríamente. Me reitero: mi amistad la tendrá siempre. Podría haber sido peor, creo yo.
La tarde acabó relativamente bien. Fuismo a casa de Diego y nos deleitó con unas cuantas canciones con su piano. Toca increiblemente bien. Me encantó poder evadirme en mis pensamientos teniendo como fondo una melodía tan increible como la que él, mi amigo, estaba tocando. El sábado tiene un concierto en la iglesia de su pueblo que no pienso perderme por nada del mundo.
Finalmente la mente ha hecho su jugada, pero no ha sido muy inteligente, pues no ha hecho un jaque mate claro y conciso, si no que ha movido piezas hasta conseguir hacer un rey ahogado. Nadie ha ganado y nadie ha perdido, aunque él así lo crea ahora.
Parece ser que tendré que seguir con mi batalla interna... Al final el marcador ha quedado en empate...
Corazón 2 - Mente 2

No hay comentarios:

Publicar un comentario